jueves, 30 de octubre de 2014

Capítulo 10

RYDEL
-¿Ross?
El chico rubio que hay en mitad del pasillo se da la vuelta para mirarme. Su rostro tan solo refleja tristeza. Es tan extraño verlo apagado...
-¿No has ido a ver a Rayland? - pregunto, sorprendida de encontrármelo en casa. Él niega con la cabeza, cabizbajo, y se da la vuelta para marcharse. No puedo detenerlo, porque me quedo petrificada en el pasillo.
Mi hermano está deprimido. Ross. Esto es completamente nuevo. Bajo corriendo a la cocina, donde mis padres están preparando algo rápido de cenar. Tras informarles que Ross y yo no nos uniremos a ellos para comer, cojo un bol de ensalada y frío unas tiras de bacon.
Llego a la puerta de la habitación de Ross con una bandeja en una mano, y llamo con suavidad. No se oye nada al otro lado, así que abro la puerta con cuidado. Su cuarto está desordenado, algo que no es muy común, y él está sentado en su escritorio, con la guitarra acústica sobre las rodillas y numerosos folios disperso aquí y allá.
-¿Estás componiendo? - pregunto asombrada, porque esa suele ser la tarea de Rocky y Riker.
-Lo intento - su tono de voz deja claro que quiere que me vaya, pero lo ignoro y me acerco hasta su cama, donde deposito la cena que he preparado.
-Te he traído algo para cenar.
-No tengo hambre - contesta sin levantar la mirada de los folios, y toca unos cuantos acordes en la guitarra.
-¡Eh, eso no ha estado nada mal! - mis intento de animarle resultan patéticos - Eh, Ross. ¿Qué ocurre? - me siento en el borde del colchón, lo más cerca de él que puedo.
-Nada, Rydel - contesta con tono cansado.
-Oh, Ross. ¿Crees que soy tonta? Llevas unos días muy raro. - cojo el bol de ensalada y lo coloco con un golpe sordo sobre su escritorio, y le tiendo un tenedor a mi hermano, quien lanza un suspiro de frustración, aunque acaba cogiendo el cubierto y pinchando en la ensalada - Creo que podría ayudarte.
Me mira fijamente y esboza una tímida sonrisa.
-Ha sido un verano extraño. Fue bastante duro cuando me encontré con...
-Laura - termino por él, y enseguida lo entiendo todo.
Aquella chica simpática y atrevida con la que nos encontramos en Nueva York. Mi hermano había pasado meses con ella, grabando una serie de adolescentes. Recuerdo que fueron los años en los que menos tiempo pasábamos con él, pero se le veía feliz siempre que nos reencontrábamos. No tenía nada con aquella chica, ningún romance, pero, al parecer, aquella chica le hacía sentir vivo y feliz con su presencia. Estaba enamorado de ella, aunque nunca se hubiera atrevido a admitirlo. Conozco demasiado bien a mi hermano pequeño. La decaída de su humor comenzó tras el concierto en Nueva York, cuando Laura y su novio, un chico enorme y musculoso, entraron en los camerinos para saludarnos.
-Supongo que no siento nada por ella ya, pero los recuerdos...
Cuando dejó de grabar la serie, su pasión por la adrenalina se intensificó. Sus ingresos por fracturas de huesos aumentaron peligrosamente y nuestra vida se llenó de sustos. Mi pobre hermanito tiene aún una fractura en su corazón que nadie ha sido capaz de cerrar.
-Deberías haber ido con los chicos a ver a Rayland. Seguro que ellos habrían conseguido animarte.
Se encoge de hombros.
-Tampoco se está tan mal aquí. Además, hace mucho que no hablamos. - me sonríe y guiña un ojo. Ojalá volviese a sonreír como aquel niño de diez años feliz y apasionado por la música. - ¿Por qué no has ido tú?
-Tenía que seguir con el trabajo de esta tarde. Vuestras pequeñas interrupciones - le fulmino con la mirada al recordar cómo empezaron a cantar en mitad de la tarde - me retrasaron mucho.
-No entiendo por qué te pusiste así. Tan solo fue una broma.
-Lo sé - bajo la mirada y cojo el plato de bacon - pero no me gusta que toquéis delante de mis compañeras.
-¿Por qué te muestras siempre tan reacia en esos temas? ¿Es por lo de la ex novia de Rocky?
-¿Cuál de ellas? - pregunto, y no puedo evitar soltar una carcajada a la que se une Ross. Pero el momento de euforia acaba rápidamente - Me molestó, ¿vale? Estoy cansada de que las chicas se acerquen a mí por vosotros. O de que mis amigas dejen de serlo por vosotros. Estoy muy cansada de eso.
-Supongo que no debe ser divertido.
-No puedes hacerte una idea.
-¿Por eso no te cae bien Ana? - me quedo boquiabierta.
-¿Cómo sabes su nombre? - intento desviar la conversación desesperadamente.
-Me encontré con ella por el pasillo, esta tarde. Es muy tímida, ¿no?
-Algo - me encojo de hombros - La verdad es que la chica no es muy habladora. No tiene amigos aquí. No parece haberse adaptado muy bien. ¿Por qué me preguntas por ella? - lo miro con los ojos entornados y su cara se llena de sorpresa.
-No es lo que estás pensando - responde con los ojos muy abiertos - La verdad es que me da algo de lástima.
-¿Ella? A mí no.
-¿Por qué? - es una buena pregunta.
-No lo sé, pero tengo una mala impresión. No creo que sea tan buena y callada como pretende aparentar.
-Tal vez debas darle una oportunidad - oh, mi hermano dándome consejos. Esto es lo extraño de ser la única chica de la familia. Mis hermanos y Ellington siempre me están protegiendo, pero nunca me aconsejan. Ross acaba de hacerlo.
-Pero tengo miedo. - susurro, y enseguida me arrepiento de ello. Pero una vez que he comenzado, no puedo dejar de hablar - Me asusta que sea una interesada. Estar dispuesta a acercarme a ella y que sólo le interese... vosotros. Y la fama. ¡Ross, no lo entiendes!
Me cubro la cara con el brazo y me dejo caer sobre su cama. Pocos segundos después, unas manos frías me retiran el brazo. Mi hermano pequeño está frente a mí y, con un suspiro, se sienta.
-¿Y si ella fuera diferente?
-¿Y cómo lo sabes? - pregunto en un tono cortante.
-Sinceramente, Rydel, no lo sé. Pero algún día llegará una chica en la que recuperes la confianza. ¿Y si Ana fuera esa chica?
-¿Y si no lo es? ¿Y si es como todas?
Los oscuros ojos de mi hermano se clavan en mí y por primera vez en muchos días, en su rostro se dibuja una sonrisa que llega hasta esos ojos.
-Siempre hay que arriesgar.