jueves, 28 de mayo de 2015

Capítulo 13

ANA


Abro la taquilla, agotada, y me dispongo a sacar todos los libros que necesito para estudiar este fin de semana. Entonces veo el sobre. Es un envoltorio de color verde botella de tamaño cuartilla. Antes de cogerlo, miro a uno y otro lado del pasillo pero, aparentemente, todo el mundo está pendiente de sus propios asuntos.
Abro el sobre con impaciencia y, una vez logro ganas la batalla, saco el contenido. Se me cae el alma a los pies. Hay una entrada para un concierto, este fin de semana. Y eso no es todo.
-Es Vip – susurro sin poder creerlo.
-Espero que la disfrutes.
Doy un grito, mezcla de sorpresa, histeria, miedo y alegría. Como resultado, todos los libros que tenía en los brazos acaban esparcidos a mis pies. Me agacho para recogerlo, lo que me impide ver el rostro de la persona que me ha sorprendido, tan solo sus zapatillas: unas negras deportivas Converse. “Tan buenas zapatillas y tan malos modales”, pienso, “Al menos podría ayudarme”.
Me pongo en pie, malhumorada, y me encuentro con uno de los hermanos Lynch jugueteando con mi sobre verde.
-Me has asustado, Rocky – le digo intentando parecer lo más serena posible mientras meto los libros de nuevo en la taquilla.
-Me he dado cuenta, aunque no era mi intención. - suena divertido - Dime, ¿vendrás a apoyarnos este fin de semana entre bastidores?
Miro su expresión divertida y el sobre que sujeta en sus manos. Intento convencerme de que no necesito lo que hay en su interior. Pero si así fuera, no me dolería tanto susurrar las siguientes palabras:
-No puedo aceptarla – y me doy la vuelta dispuesta a marcharme de ese pasillo cuanto antes. Escucho a Rocky llamarme a lo lejos, pero lo ignoro, o al menos eso intento hasta que una mano fuerte me sujeta por el brazo.
-No, no, no – niega mientras maldigo no haberme esforzado más en el gimnasio el verano pasado. - ¿Cómo que no vas a venir? Pensaba que eras una fan.
Y lo soy, pero me he visto obligada a cambiar el sitio en el que hacer el trabajo con Rydel por tal de no encontrarme de nuevo con Ross, a quien he gritado y tratado de una manera horrible. Aún no puedo creerlo. ¿Qué pensará ahora de mí? Un día estoy llorando por una canción y al día siguiente soy un ser insensible. Soy estúpida.
Observo a Rocky con atención. ¿Cómo iba a ser capaz de estar con ellos en camerinos? ¿Cómo voy a ser capaz de desearle buena suerte a Ross? Pero si ni siquiera puedo hablar con él.
“Mentira”, susurra mi subsconciente, “Hoy lo has hecho. Seguro que le has causado una muy buena impresión”. Le tiro un libro a la cabeza para que se calle.
-Acabas de conocerme, no puedes darme una entrada VIP – intento sonar a la defensiva. Tal vez, si sueno lo suficientemente harisca, consiga alejarlo de mí.
¿Por qué no dejo de querer hacerme daño?
-Primero, - levanta el dedo índice y da un paso hacia mí, dedicándome una provocativa sonrisa – me pareces una chica adorable – oh, oh. Esto no va bien – Y segundo, - ahora se relaja y se apoya en la pared – lo hemos elegido todos.
-¿Todos? - pregunto, abriendo mucho los ojos – lo dudo – aunque en el fondo una pequeña esperanza ha aparecido en mi interior.
-Bueno, la verdad es que no – se pasa la mano por el pelo, despeinándose. Está nervioso, lo que no es una buena señal – A Ross y Rydel no les preguntamos.
-Genial – susurro para mí misma con ironía, aunque por desgracia llega a escucharme.
-¿Ocurre algo?
¡¿Pero que estoy haciendo?! Estoy ante Rocky Lynch mostrando mis inseguridades. ¿Acaso no he aprendido nada durante todos estos años?
-Este fin de semana me voy – miento.
Los ojos de Rocky se apagan, resignados.
-Está bien, pero quédate la entrada – me tiende el sobre y lo agarro con manos temblorosas – Por si cambias de idea o decides dárselo a alguien.
Asiento con la cabeza y me marcho, sin siquiera despedirme... sin siquiera agradecérselo... Vaya reputación me estoy creando para los hermanos Lynch.

ROSS
No espero a mis hermanos en el vestíbulo. No es porque esté enfadado, y no solo con Rydel, sino con todo el mundo, por lo que decido caminar un rato solo. Necesito tiempo para mí mismo y para pensar.
Salgo del instituto. Camino despacio de vuelta a casa. Tengo que dejar todo lo que me distrae alejado de mi cabeza. Tengo que concentrarme en mis estudios y en mi música, en el grupo.
Sí, eso haré. Me centraré ahora más que nunca en mi música.


ÁLEX

-Parece mentira que ya viváis juntos.
-Ya sabes, siempre he sido muy independiente, y estaba deseando marcharme de casa. Aunque he de decir que hecho de menos a mi hermana
-Adoro a esa mococsa.
Estefi ríe ante mi comentario, apoyada en la mesa, y sosteniendo su inseparable taza de café. Ahora que se ha teñido el pelo de un rubio aún más pálido, su sonrisa no destaca tanto. Aunque sigue estando ahí, solo hay que saber encontrarla, algo en lo que siempre me he considerado un experto. Sin embargo, esta vez compruebo entristecido que la sonrisa no le llega a los ojos.
-¿Ocurre algo, Estefi?
Suspira y su cara se oscurece. Ya no necesita fingir que las cosas no están bien. No tiene por qué fingir delante de mí. Puede confiarme lo que sea. Es lo único bueno que he sacado de ser su mejor amigo durante tantos años.
-Juan apenas se deja ver por aquí. Su trabajo lo está engullendo.
Aparece en mi mente la imagen con la que Adrián y yo nos encontramos hace dos días: a Juan en una cafetería con otra chica, una mujer. ¿Qué estaría haciendo? ¿A eso es a lo que se dedica cuando le asegura a Estefi que está trabajando? Mentiroso...
-¡Álex! ¿M estás escuchando?
-¿Qué? - parpadeo aturdido y me encuentro con el rostro de Estefi pegado al mío, con el ceño fruncido. - Sí, sí. Lo siento. ¿Qué decías?
-Te estaba contando que Juan...
Juan, Juan, Juan. Siempre Juan. ¿Y si la está engañando? Lo mato. Como se vuelva a atrever a hacerle daño a...
-¡Álex! Pero, ¿se puede saber qué te pasa?
-¡Lo siento! - levanto las manos a modo de disculpa y río nerviosamente intentando apaciguar el ambiente – Estoy algo cansado. Ya sabes, por el viaje.
-La verdad es que no sé cómo has podido venir. Yo en tu lugar habría cogido la cama y no la hubiera soltado en años.
Sonrío en mi interior aliviado al haber conseguido cambiar de tema.
-Simplemente tenía ganas de hablar contigo. Hace mucho que no te veo.
-¡Ay! - Estefi sonríe radiante y me abraza, colgándose de mi cuello. Una alerta se enciende en mi cabeza. Peligro, Estefanía Sánchez. - Eres un encanto, pero te noto ausente. Creo que sería mejor que te fueras a casa a descansar.
-¿No quieres tenerme aquí?- pregunto con una punzada de dolor.
-¡No es eso! Todo lo contrario... - la tristeza vuelve a aparecer en sus ojos y no puedo soportarlo, avanzo hacia ella y le doy un abrazo enorme.
-Está bien. Te llamaré cuando termine mi hibernación.
Estefi se separa un poco, lo suficiente para ver que sonríe satisfecha.
-Espero que no dure mucho. Echo de menos hablar contigo.
Sonrío poco convencido y me alejo de ella. Conforme crece la distancia, también lo hace un intenso dolor en mi interior.

Estefanía, vuelves a adueñarte de mi corazón, como siempre. Y, sin embargo, lo único que puedo hacer es ver como sufres por alguien que no te merece.

sábado, 16 de mayo de 2015

Capítulo 12

ROSS

-¿Qué has hecho qué? - abro la boca para contestarle a la histérica de mi hermana, pero mi hermano Rocky responde por mí.
-Ha intervenido.
-¿Y qué ha hecho ella luego?
Esta vez ni me molesto en abrir la boca para contestar.
-Le ha dicho que no hacía falta que interviniese.
-La mato - tampoco me molesto en intentar detenerla, ya lo hace Ellington.
-Eras tú la que se quejaba de la remota posibilidad de que a esa chica sólo le interesáramos por quiénes somos. Después de cómo me ha tratado, no creo que debas preocuparte - comento con una falsa sonrisa, lo que hace a mi hermana detenerse.
-No sé por qué has tenido que meterte - Ellington y Rocky contemplan el espectáculo con interés.
-¿A qué viene esto? - abro los brazos, refiriéndome a una realidad invisible - No tiene sentido, Rydel. ¿Acaso no podemos hablar ahora con nadie?
-¡Con ella no! Te lo dije, Ross. ¿Por qué nunca me haces caso?
-Dijiste que ibas a darle una oportunidad.
-Puede que haya cambiado de opinión. - clava su dura mirada en mí, expectante.
-¿Sabes qué? Haz lo que quieras con tu vida y yo haré lo que quiera con la mía.
Y dicho esto me marcho. Estoy enfadado, y no solo por la ilógica conducta de Rydel. Rydel, mi sobreprotectora y frustrante hermana mayor. También por la conducta de Ana. Llego a mi siguiente clase y espero pacientemente a que llegue el profesor, ignorando al resto de alumnos.
Recuerdo cuando se chocó conmigo en el pasillo y cayó al suelo. Me reconoció. Lo vi en su cara. Y, al igual que en mi casa, donde la vi llorando, resultaba demasiado tímida. Sin embargo, hace unas horas no era así. Era decidida y agresiva. ¿Por qué es así? ¿Por qué se muestra unas veces débil y otras demasiado fuerte? ¿Por qué estoy tan empeñado en desentramar los misterios que rodean a esa chica?
¿Por qué soy incapaz de dejar de pensar en ella durante todo el día?

RYDEL

-No deberías haberte comportado así, Rydel.
-Aquí el amigo Ellington tiene razón, hermanita. No puedes sobreprotegernos tanto.
-No os sobreprotejo. Lo único que hago es protegerme a mí misma, Rocky.
No puedo controlar mi rabia, de tal forma que no hago otra cosa más que soltar lo primero que me viene a la cabeza. Ya no me importa que mi hermano Rocky sepa por qué soy así.
-No tienes por qué meterte en mi vida privada - el tono de Rocky es duro, y se marcha sin dejarme que le responda, así que sólo puedo mascullar un insulto.
-Rydel te comportas de una forma que no tiene sentido - abro la boca para contestar al único que no me ha dejado sola, pero por algún motivo, ajeno a su interrupción, decido no empezar a gritarle - Tus hermano ya son mayorcitos y aunque sus romances puedan afectarte a ti, por el hecho de ser la única chica del grupo, debes dejarles vivir su vida como quieran. Eres tú la que debe elegir vivir separada de sus vidas o arriesgarte.
Lo observo con admiración. ¿Cómo son sus palabras capaces de transmitirme la calma y tranquilidad que nadie ha podido? Me acerco a él y, sin dudarlo, lo abrazo. Al principio se queda sorprendido, pero me devuelve el abrazo enseguida.
-Y no te preocupes, ¿vale? - me dice al oído - Pase lo que pase, somos tu familia. Sabes que siempre estaremos aquí.
Pienso en Ross. Con lo cabezota que es tardará semanas en volver a dirigirme la palabra. Y ahora que Rocky sabe lo que opino sobre sus romances, no volverá a confiar en mí como antes. Riker volverá la semana que viene a los estudios de grabación de Glee. Ratliff parece ser el único que no está enfadado conmigo. ¿Cuánto tardaré en fallarle?
Espero no hacerlo nunca.
-Em... ¿Rydel? - suelto a mi amigo más violentamente de lo necesario y me doy la vuelta. En seguida siento el brazo de Ellington sosteniéndome.
-Ana – saludo a la chica que hay justo delante de mí, y coloco la mano sobre el brazo de Ellington, dándole a entender que puede soltarme, cosa que hace dubitativamente - ¿Qué quieres?
-Quería... Quería proponerte hacer el trabajo en mi residencia. Tal vez estemos más tranquilas.
Observo a la chica de arriba a abajo. ¿Esta chica tan tímida y confundida ha sido capaz de plantarle cara a mi hermano Ross? Pero si es incapaz de mirarme a los ojos siquiera.
-Está bien. ¿No vemos allí?
Asiente con la cabeza y sonríe.
-Te mandaré la dirección. ¿Nos vemos a las cuatro?
-De acuerdo – respondo con sequedad, sin dejar de cuestionarme por qué está haciendo esto. ¿Acaso no quiere estar rondando en torno a mis hermanos?
Se marcha en seguida, supongo que deseando salir cuanto antes de nuestro campo de visión.
-¿Crees que si fuera una interesada preferiría hacer el trabajo en una residencia antes que en tu casa? - me giro y observo a Rocky, que ha vuelto a unirse a nosotros. Ni que ahora pudiese leerme la mente, maldita sea.
-Lo que creo es que no soportará estar en el mismo edificio que Ross teniendo en cuenta cómo lo ha tratado antes.

ANA

Ya está. Lo he hecho. Soy la chica más estúpida del mundo, pero no quiero volver a pasarlo mal por culpa de nadie. No solo he tratado fatal a un chico maravilloso, sino que he destruido la única vía de contacto existente entre ambos.
No volveré a escucharlo tocar al otro lado de la puerta de su habitación. No volveré a su casa.
Me dejo caer en cuclillas, con la espalda pegada en la pared. Es la hora del descanso, y yo decido pasarlo escondida en el cuarto de baño, sola. Por suerte, lo he revisado antes de dejar que las lágrimas volvieran a correr por mis mejillas.
¿Cuándo acabará esto? ¿Cuándo dejaré de llorar todos los días de mi vida? ¿Cuándo conseguiré adaptarme? La palabra nunca resuena en mi cabeza, taladrándome.
No. Lo superaré. Sé que lo haré.
Me pongo en pie, decidida a ser fuerte. No vine aquí para sufrir. No. Tengo que disfrutar esta experiencia. He superado cosas mucho peores.
Y dicho esto, salgo del baño.

Si el tiempo se hubiera detenido en aquel momento en el que mis objetivos estaban tan claros en mi cabeza…